¿Sera pecado cualquier cirugía plastia?

Enlace Católico.- Muchas veces los humanos catalogamos muchas acciones como pecado, pero es un grave error, un ejemplo es someterse a una cirugía plástica, muchos lo consideran como pecado; pero ¿En realidad lo es?

Primeramente tenemos que distinguir entre los dos tipos de cirugías que hay: reconstructivas y estéticas. El primer tipo, prácticamente en su totalidad son médicamente necesaria, y como su nombre lo dice es para reconstruir una función o aspecto de alguna parte del cuerpo humano que por genética, accidente o enfermedad se ha deteriorado o perdido. El parecer moral de la Iglesia es sumamente favorable, su única limitación es que no vayan a poner en peligro la salud o la vida de la persona, podríamos decir que la  Iglesia aprueba este tipo de cirugías.

En cambio con las cirugías plásticas u otras intervenciones médicas de tipo estético debemos de valorar algunos puntos:

El primero es evaluar el riesgo para la salud, a pesar de que algunas son muy seguras, otras entrañan riesgos que pueden ser incluso fatales.

Otros de los puntos a considerar es el dinero, ustedes creen que ¿es ético invertir miles de dólares en quitarse arrugas y jamás pensar en ayudar en sus necesidades a los que ni si quiera tienen cómo alimentarse o dónde vivir?

Todo ser humano, en especial todo creyente, tiene la oportunidad de haber bienes reales a seres humanos con su dinero, mientras que con o sin arrugas, la piel se deshará en la tumba.

A ¿Quién tratas de engañar? Muchos se hacen cirugía porque están obsesionados con la idea de ser eterna y perfectamente jóvenes y rechazan su propio ser el cual inevitablemente envejecerá.

La evaluación ética de las cirugías plásticas es compleja, en todas nuestras áreas de nuestra vida moral, debe ser primordial el amor a Dios y al prójimo y amando al cuerpo, como obra de Dios, debe cuidarse.

Sin duda alguna no se acepta moralmente hablando que una persona se someta a una intervención estética con el fin de comercializar el cuerpo. Pero sobre todo, NO debemos dejarnos llevar por egoísmos ni vanidades que pueden poner en peligro el cuerpo o incluso la misma vida.